Ironía

Todo está tan claro después de un año. Es muy fácil entender todo desde la distancia, pero cuando estamos cerca todo se ve muy borroso. Un año después acá estoy, bastante cambiada. Con más experiencias y vivencias en mis hombros. Con un corazón más sabio pero más cansado. Con una cabeza exhausta de pensar y repensar. Después de todo este tiempo empiezo a vivir en carne propia lo que antes no entendía. Empiezo a sentir lo que es “estar confundido”. Empiezo a entender lo que es querer estar con alguien pero no sentir nada más que aprecio. Entiendo la impotencia de tener algo bueno frente a mis ojos, pero que mi corazón no lo detecte ni acepte. Entiendo lo que es estar bien plantada pero al mismo tiempo bastante perdida. Lo que es tener que decir que no, queriendo decir que sí. Lo que es empezar a usar un poco más la cabeza, en lugar del corazón. Lo cual más que una ventaja es un karma. Pensar y repensar todo lo que siento. Intentar encontrar una explicación a todo y todos. No sé si será una ironía de la vida o simplemente mi karma, quizás las dos cosas. Quizás es una forma de la vida de hacerme abrir los ojos. De hacerme ver que no todo es lo que parece, que no todo es tan simple. Que antes de juzgar a alguien, mire dentro de mí. Mi mente necesita vacaciones, necesita separarse un poco de mi corazón. Quizás mi corazón es más testarudo y se equivoca más. Pero al fin y al cabo es el que manda. Es el dueño de todo lo verdadero y esencial. Es a él a quién tengo que empezar a escuchar.