Nunca ocultes tus lágrimas con falsas sonrisas, pues llorar es de valientes.
Nunca calles tus sentimientos por miedo o por vergüenza, de seis mil millones de habitantes que hay en el mundo seguro que alguien sabrá comprenderte.
Jamás finjas que algo no te importa cuando para ti es lo más importante porque sólo tú sufrirás las consecuencias.
Haz siempre lo que te dicte tu corazón pero sin olvidar que haciéndole caso también puedes perderlo todo. Hay dos cosas que nunca debes arriesgar, lo que no quieres perder y lo que nunca tuviste.
Jamás olvides a aquellas personas que aunque en su momento hicieron algo imperdonable, siempre quisieron lo mejor para ti.
Perdona siempre los errores que tu también podrías cometer, y los que no también.
No odies nunca aquello que un día te hizo feliz, quédate con lo bueno de la gente, con lo bueno del pasado.
Convéncete de que alguien que un día perdió tu confianza, puede recuperarla, y quien la gane, que nunca sea por completo.
Procura no tropezar más de una vez con la misma piedra, y si lo haces aprende algo en cada caída.
Nunca intentes ser alguien que no eres, ni sentir lo que no sientes, ni negar que sientes algo.
Jamás te autoengañes.
Sigue siempre tus propios consejos.
Al menos hazlo tú, ya que yo no lo hago.
